La humilde actitud del barrendero, pidiéndole perdón, conmovió tanto su ánimo que decidió dejar su cargo y entregarse al cuidado de los enfermos en el hospital de la corte, que entonces se encontraba junto a la Puerta del Sol de Madrid.
Por ello, en 1568 fundó una congregación para ponerse al servicio de los hospitales españoles.
[2] La congregación tomó el nombre de Mínima Congregación de los Hermanos Enfermeros Pobres y en 1569 fue aprobada por el nuncio del papa, Decio Carafa.
[3] En 1579, por encargo del rey Felipe II, fundó el Hospital de Santa Ana, que se mantenía con las limosnas que obtenían mendigando por las calles de Madrid.
[2] Este libro fue ampliado por el hermano Andrés Fernández en la edición de 1625.