Es venerado como santo por la Iglesia católica y su memoria litúrgica se celebra el 16 de octubre.
Pronto marchó e intentó fundar una abadía ex nihilo, a partir de una ermita, para vivir según los principios primitivos dictados por la Biblia y la Regla de San Columbano.
Su mal carácter y exceso de celo con los monjes le llevó a reñir y golpear a uno de ellos, Daguino, que se vengó, apuñalándole mientras hacía la siesta.
Bercario, herido, impuso como penitencia que Daguino hiciese un peregrinaje a Roma, del cual no volvió.
Su tumba estaba en la abadía de Montier-en-Der y se perdió durante la Revolución francesa.