Benedicto VII

Cuando Benedicto VI muere asesinado por orden del antipapa Bonifacio VII, este ocupó el trono de San Pedro durante un breve período de seis semanas, hasta que el representante del emperador Otón II, el conde Sicco de Spoleto lo expulsó de Roma, imponiendo como nuevo papa a Benedicto VII.[1]​ Benedicto VII promovió el monacato[2]​ y las reformas eclesiásticas junto con Otón II.También consagró al sacerdote Jaime, enviado a él por el pueblo de Cartago “para ayudar a la desdichada provincia de África”.Visitó la ciudad de Orvieto con su sobrino, Filippo Alberici, quien más tarde se estableció allí y se convirtió en cónsul de la ciudad-estado en 1016.En marzo de 981, Benedicto VII presidió un sínodo en la Basílica de San Pedro que prohibió la práctica de la simonía, práctica muy generalizada en la Iglesia y que provocaba, entre otros efectos, un incremento de los sacerdotes casados, ya que con el matrimonio lograban que los hijos legítimos fruto del mismo heredaran los beneficios y cargos comprados.