Durante el reinado de Jaime I y al principio del reinado de Pedro III el cargo fue ocupado por judíos, pero el Privilegio General lo prohibió.
[2] Otra diferencia entre las bailías generales era que mientras que en Valencia y en el Cataluña el Baile General dependía exclusivamente del rey, dentro de la jerarquía institucional de Aragón, se encontraba justo debajo del Gobernador de Aragón y del Justicia.
A diferencia de Aragón, en las Bailías de Cataluña y Valencia, el asesor tenía que ser alguien graduado en leyes mientras que en Aragón, no era necesario tener la toga.
[3][2] El cargo, como los equivalentes de Valencia y Cataluña, data del siglo XIII.
También tenían jurisdicción sobre los esclavos, los fugitivos y los cautivos de guerra.
[2] En Aragón podían nombrar a sus subordinados al menos hasta finales del XVI, mientras que en Cataluña y Valencia esta competencia se mantuvo hasta más tarde aunque con un creciente intervencionismo real.