Fue la única batalla que terminó en victoria austríaca sobre los prusianos, aunque a un alto coste.
La segunda división había alcanzado las alturas y estaba explorando en dirección a la ciudad de Alt-Rognitz (Stary Rokytnik).
Para preparar el ataque, Gablenz ordenó una gran batería de 40 cañones para abrir fuego contra las alturas sostenidas por los prusianos.
Tras un intenso bombardeo, Bonin entró en pánico y comenzó a retirarse hacia los pasos.
Antes de que esta retirada pudiera ser llevada a cabo, los austriacos atacaron en masa con medio batallón.