La batalla terminó con la victoria estratégica holandesa que impidió la invasión de las Provincias Unidas.
Luis XIV sentía animadversión hacia las Provincias Unidas porque se permitía la edición de libelos que le ridiculizaban.
Estos responden tasando con derechos exorbitantes la sal, los vinos y otros productos procedentes de Francia.
[2] El "Rey Sol" planeó minuciosamente la invasión de las Provincias Unidas durante casi cuatro años.
A ellos les siguieron algunos voluntarios, y en poco tiempo la totalidad de la caballería pasó con pérdidas insignificantes.
Las tropas neerlandesas, desanimadas por la inesperada tentativa y por su propia inferioridad numérica, fueron rechazadas después de una breve escaramuza.
Sin embargo, el conde de Rochefort se quedó dos o tres días inactivo en Naarden.
[10] Las causas que se combinaron para exponer las Provincias Unidas a estos terribles desastres por tierra no habían tenido ninguna influencia en los acontecimientos marítimos.
[17] Los holandeses avanzaron en tres escuadronesː el almirante Adriaen Banckert se situó a la izquierda del ataque, Baron Willem Joseph van Ghent a la derecha, mientras que De Ruyter iba en medio.
Al haberse presentado la flota holandesa por sorpresa, el escuadrón azul inglés centró todos sus esfuerzos en salir pronto de la bahía, donde Ruyter hubiera podido destruir fácilmente con sus brulotes las escuadras combinadas, que ni tenían espacio donde moverse, ni estaban en orden, táctica muy prudente que dio tiempo al duque de York y al mariscal d´Estrées para desplegarse.
[18] Sandwich tuvo que sostener un combate violento y atrajo sobre sí un vivo fuego holandés.
En vano sir Eduard Haddok, capitán del Royal James, insistió al conde para que abandonara el barco; Sandwich rehusó, y creyendo ofendido su honor por la temeraria expresión del duque, prefirió una muerte gloriosa a la ignominia.
[18] Mientras Sandwich luchaba desesperadamente, Ruyter había dirigido sus fuerzas hacia el centro de la flota anglo-francesa.
Ruyter, señalando con el dedo al buque del duque de York, dijo a sus pilotos: «Ese es nuestro hombre».
Banckert, por su parte, inició el ataque al escuadrón blanco, que los recibió con cierta apariencia de valentía, pero pronto intentaron escabullirse del combate.
Al parecer Luis XIV había dado órdenes a d´Estrées de no comprometer la flota francesa en el combate con la esperanza de que las flotas inglesas y neerlandesas se destruyesen mutuamente.
El duque de York se encontraba en serias dificultades, ya que estaba sosteniendo combate con los barcos dirigidos por Ruyter.
Su barco quedó en tan mal estado que se vio obligado a ser remolcado fuera de la línea.
[20] La batalla continuó hasta las nueve de la noche, cuando la flota holandesa estaba terriblemente tocada y se vio obligada a retirarse; la escuadra anglo-francesa había sufrido en el mismo grado y no estaba en condiciones de perseguirla.
[21] Los holandeses perdieron sólo tres barcos, uno de los cuales fue incendiado, otro hundido y el tercero tomado.