Los vikingos huyeron hacia Danelaw, siendo finalmente vencidos en Chippenham, fortaleza bajo su poder, tras catorce días de asedio.
Sin embargo, estos no suponían una gran amenaza hasta una batalla en Carhampton, que tuvo lugar en el año 836.
Gwyn Jones estimó que su número estaría comprendido entre los quinientos y mil hombres,[6] basándose en la capacidad de los 350 barcos vikingos que disponían,[7] bajo el liderazgo de los hermanos Ivar el Deshuesado, Ubbe Ragnarsson y Halfdan Ragnarsson.
De las nueve batallas mencionadas en la Crónica anglosajona que tuvieron lugar este año, solo una resultó victoriosa para los locales.
En la primavera del año 878, reunió sus fuerzas y marchó hacia Ethandun, donde se encontró con los daneses, liderados por Guthrum el Viejo.
[14] Los daneses, incumpliendo su promesa, pronto se internaron sin ser descubiertos en Exeter, aún más adentro del reino de Alfredo, donde firmaron, en el otoño del 877, otro “acuerdo de paz” con Alfredo,[13] cuyos términos exigían dejar el reino y no volver nunca más.
Incluso si Alfredo hubiese alcanzado a la fuerza danesa, es poco probable que estuviese en condiciones de hacerle daño.
Todos estos hechos son aún más ciertos tras el ataque del Día de Reyes.
Con su pequeña fuerza, apenas una fracción del ejército que poseía en Chippenham, Alfredo no podía tener la esperanza de recuperar esta plaza a los daneses, quienes en anteriores batallas (por ejemplo, en Reading, en el año 871) probaron su pericia en la defensa de posiciones fortificadas.
Lo primero que se puede leer sobre Alfredo tras el desastre de Chippenham es algo relacionado con la Pascua, cuando construyó una fortaleza en Athelney.
De acuerdo con Life of King Alfred, «La Vida del Rey Alfredo», escrita por Asser: Tras la victoria, cuando los daneses ya estaban refugiados en Chippenham, los sajones se llevaron toda la comida que los invasores hubiesen podido recoger en una salida y esperaron.
[23] Tras dos semanas, los daneses, hambrientos, pidieron la paz, entregando a Alfredo «como acción preliminar para llegar a un acuerdo, los primeros rehenes y la promesa solemne de que dejarían inmediatamente su reino», como era normal en ellos, pero con la promesa adicional de que Guthrum sería bautizado.
La paternidad espiritual establecida en Aller supuso que el primero consiguiera cierta superioridad cultural y política.