Un balaur es tan grande que, al abrir su boca, una mandíbula toca la tierra y la otra el cielo.
Tiene aletas, patas y múltiples cabezas de serpiente[2] (normalmente tres, otras veces siete, o incluso 21).
Se dice que para crear un balaur se juntan muchas serpientes en un lugar húmedo y solitario, donde todas comienzan a soplar a la vez, hasta que les sale espuma por la boca.
Al pasar el tiempo esa espuma se convierte en un diamante,[3] que si es tragado por una de las serpientes, ésta comienza a crecer, y si permanece siete años en la oscuridad, sin ser vista, sale convertida en balaur.
El término balaur parece derivar del PIE *bel-, "fuerte", o *bhel-, "hinchar".