El vino se ha servido hace poco, como indican la espumilla en la jarra, mientras que Baco sostiene en la mano el cáliz con poca seguridad como muestran las vibraciones; las mejillas, como las manos, están sonrojadas y contrastan con la palidez de la piel, indicando un estado de ligera ebriedad.
De esta manera, lo que parece la mano izquierda del chico sería en realidad la derecha.
Caravaggio trata temas tradicionales, tanto sacros como profanos, pero no de la manera habitual en el Alto Renacimiento y el Manierismo, sino trivializándolos: una deidad pagana se ha transformado en un calavera equívoco, afeminado y de uñas sucias.
[1] La fruta y la jarra han llamado más la atención de los expertos que el propio Baco.
La jarra, porque después de limpiarse la pintura, apareció en el vidrio un pequeño retrato del artista trabajando en su caballete.