A la muerte de Ibn Hud en 1238, Sevilla volvió a deber obediencia al Imperio almohade y prestó obediencia al califa Arraxid.
Tras la muerte de Arraxid en 1242 fue proclamado califa su hermano, Alí ben Idris Asaid Almotadidbila.
Abu Zakariyya Yahya I, sultán háfsida de Túnez, aceptó ese vasallaje.
Los elementos contrarios a este acuerdo le asesinaron y su líder, Axataf, hijo de Abu Ali,[2] pasó a ser el nuevo gobernante de Sevilla.
Ese día, Axataf entregó las llaves de la ciudad al rey castellano.