La autopolinización o autofecundación es una forma de polinización que puede ocurrir en cultivares o especies autógamas con flores que tienen estambres y gineceo cuando los estambres y los estigmas pegajosas del gineceo se ponen en contacto[1] para lograr la polinización.
Sin embargo, la autopolinización puede ser una ventaja, dado que permite que las plantas se extiendan más allá del rango geográfico de polinizadores aptos o produzcan descendientes en regiones donde las poblaciones de polinizadores se han reducido muchísimo o son variables naturales.
Una ventaja es que si el genotipo está bien adaptado al medio ambiente, la autopolinización ayuda a mantener la estabilidad de ese carácter.
La autopolinización ayuda a mantener la especie en la ausencia de agentes polinizadores, como abejas o viento.
[4] Por estas razones muchas flores que podrían autopolinizarse tienen mecanismos para evitar este proceso o para usarlo como medida extrema (cuando no se produce la polinización cruzada).