En la actualidad, gran cantidad de vehículos destinados al transporte público (autobuses y taxis principalmente) funcionan con autogás, aunque también están a la venta vehículos personales capaces de funcionar tanto con autogás como con gasolina.
El autogás es un tipo de carburante que tiene numerosos beneficios,[1] tanto para el usuario del vehículo como para el medio ambiente.
Este es uno de los principales motivos por el que cada vez más empresas están apostando por convertir todas sus flotas a GLP.
Se considera como la alternativa al combustible tradicional más utilizada a nivel mundial.
Cuando ya se ha instalado el kit GLP, es necesario realizar cada 30.000 km un cambio de filtros.