Augusto Barcia

Sus primeros trabajos se concentraron en la figura humana, pero hacia 1949 descubre que su verdadera vocación eran los paisajes.En este descubrimiento desempeñó un papel clave un viaje al altiplano boliviano, que lo inspiró y lo llevó a «interesarse por los cambios atmosféricos y los efectos de luz».[1]​ Estudió la pintura de Alberto Valenzuela Llanos, Agustín Abarca, Juan Francisco González y Arturo Gordon con la intención de contrastar la visión romántica de los maestros chilenos que habían cultivado el tema, con una visión moderna.[1]​ Su producción pictórica empieza a aparecer en presentaciones individuales y concursos colectivos a partir de 1962, en que presenta su primera muestra individual en la Sala del Banco de Chile.«En mi trabajo (...) siento la sensualidad del color, la fuerza del tono, esa fuerza que llevó a Cézanne a considerar el color no tan sólo una manifestación de la luz vibrante, sino que una modalidad del volumen y de la masa»,[2]​ señaló Barcia sobre su relación con el color, actitud que explica por qué algunos lo catalogaran como representante de la corriente fauvista.