Los primeros avistamientos se registran con el testimonio de Gunnbjörn Ulfsson en su accidentado viaje de Noruega a Islandia hacia finales del siglo IX o principios del siglo X y Snaebjörn Galti en 978.
[1] Posteriormente Erik el Rojo en 982, condenado por el thing de Thorness a un destierro de tres años por asesinato, aprovechó esos años para explorar unas tierras que había bautizado como Groenlandia (tierra verde) porque pensaba que más gente se animaría a participar en una futura exploración si el nombre era atractivo.
[11] Los vikingos ya protagonizaron la deforestación de Islandia para construir sus estructuras y la quema de pastos que aceleraron la erosión del suelo y todo hace suponer que siguieron con las mismas prácticas en Groenlandia, un territorio aún más inhóspito.
Hacia mediados del siglo XV, los cristianos de Groenlandia dirigieron una carta al papa Nicolás V (1447-1455), denunciando el deplorable estado en el que se encontraba la diócesis, debido a la destrucción provocada por los esquimales.
[14] De la carta se desprende que, aunque nombrados, los obispos no residieron en Groenlandia, al menos durante buena parte del siglo XV.