La profesión paterna le llevó a vivir su infancia en diferentes capitales españolas.
De ese periodo se ha destacado un retrato del pintor y muralista Diego Rivera.
A partir de un «elegante y mundano» modernismo decadentista, evolucionó hacia el estilo de postimpresionistas tan diferentes como Pierre Bonnard o Toulouse-Lautrec.
En México, influido quizá por el muralismo indigenistas, volvió a los colores neutros y las figuras hieráticas.
[4][1] De su variada y abundante obra al óleo, pueden citarse Maternidad campesina, Tres figuras clásicas, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, El caballo blanco, Cámara de tortura, Mujeres y cántaros, La dama del abanico, Las jóvenes provincianas, Mujer con sombrero negro, La siesta, La barca negra.