Fue profesor y director espiritual del Seminario de Concepción.
Como primer obispo titular, monseñor Arturo Mery tuvo que realizar la organización pastoral y la administración diocesana, la que ejecuta con gran dedicación y celo.
En 1959 recibió las facultades de arzobispo residencial en la ciudad penquista.
En 1963 el Papa Pablo VI lo llamó a servir como arzobispo coadjuntor sedi datus en la Arquidiócesis de La Serena.
Participó en el I Concilio Plenario Chileno en 1946, y en la I y la IV Sesión del Concilio Vaticano II.