A fines del siglo se adquirió en Inglaterra la corbeta "General Baquedano" que poseía 4 cañones de 4,7"/45.
Al llegar el siglo XX la Armada, en 1911, siguiendo el Plan Naval del Centenario encargó la construcción en Gran Bretaña de dos modernos acorazados y seis destructores además de otras unidades auxiliares.
Como dato cabe destacar que el acorazado Almirante Latorre fue la unidad de batalla clásica más poderosa, y de mayor desplazamiento, que haya operado nación iberoamericana alguna.
Este acorazado tenía una batería secundaria compuesta por 16 cañones de 6” o 152 milímetros.
Los cruceros “Zenteno” y “Chacabuco” estaban artillados con cañones de 4” o 101.6 mm diseñados a fines del siglo XIX.
Este cañón fue instalado en los seis destructores de la clase Serrano, en el BMS “Araucano” y otras unidades navales.
A consecuencia de esto se desarrollaron nuevas armas para enfrentarla, los cañones antiaéreos.
Hasta la década del 50 la Armada estuvo sin incorporar nuevas tecnologías en su armamento.