Justo Pastor Benítez afirma que “esa herencia doble no amenguó su espíritu ni su orgulloso patriotismo ni su criterio sobre el pasado histórico” Era un hombre de modales refinados, de gran sensibilidad y sólida cultura.
Al igual que su padre viajó a Europa donde consolidó sus conocimientos y su preparación personal, en París, en momentos que se imponían trascendentes cambios de pensamiento en la cultura y las artes.
El Paraguay tuvo un difícil trajinar para establecer una vida armónica entre sus ciudadanos, profundamente divididos en facciones irreconciliables.
La prensa asuncena difundía a diario noticias sobre la caldeada actividad política y militar.
Su influencia se hizo sentir en los círculos intelectuales, que paralelamente a los críticos episodios desatados por la política, se había observado un inesperado surgimiento de intelectuales y hombres de principios.
En 1910, un grupo de intelectuales y políticos fundó en Asunción el periódico “El Nacional”.
Estaba integrado por Vicente Rivarola, Juan E. O’Leary, Manuel Pérez, Tomás Airaldi, Rogelio Urizar, Justo P. Vera, Esteban Semidei, Antonio Taboada, Eduardo Peña, Alfredo Heyn, Andrés Gubetich, Arsenio López Decoud y Gomes Freire Esteves.