Arrecifes Minerva

El uso casi universal del GPS en la navegación ha hecho mucho menor el riesgo que representaban.

Al contrario, hoy en día es muy habitual que los veleros que navegan entre las islas del trópico y Nueva Zelanda fondeen en Minerva, y esperen el mejor momento meteorológico para afrontar la travesía.

El mal tiempo, aunque escaso durante el invierno, puede hacer del fondeadero una trampa muy peligrosa.

Con mar en calma se pueden ver perfectamente las piedras a más de 20 metros de profundidad, desde fuera del agua, lo que hace que el buceo sea espectacular.

Los arrecifes Minerva son muy peligrosos para la navegación, tienen una larga lista de naufragios, empezando tal vez por el ballenero australiano Minerva que encalló en 1829, en el arrecife Sur, dándoles nombre.

La tripulación del Minerva se dividió en tres barcas e intentaron llegar a las islas Tonga.

Permanecieron allí tres meses, en circunstancias horribles, y varios fueron muriendo.

Hasta que a la desesperada, el capitán Tēvita Fifita y algunos otros construyeron un bote con los restos de madera que quedaban de su antiguo barco, y consiguieron llegar a Fiyi en una semana.

Vista desde satélite de los arrecifes Minerva.