Sus excepcionales dotes como bailarina: su facilidad para los giros, su dominio de la técnica y su seguridad en un escenario, la llevaron a ser solista del Ballet Clásico de Zaragoza a los once años.
Tres años más tarde ingresó en el Ballet Nacional Clásico como solista.
Peter Schaufuss la contrató como primera bailarina de la Ópera de Berlín en 1991, compañía con la que recreó a los grandes clásicos Giselle, El lago de los cisnes, La bella durmiente; hasta que Schaufuss tomó las riendas del Ballet Real Danés en 1994 y de nuevo la convirtió en su inspiración y en su estrella.
Tras una brillante temporada, Argüelles decidió dejar Copenhague y regresar a Zaragoza, y en julio de 1995, cuando tenía 24 años, anunció su retirada como bailarina.
Llevaba trece años sobre un escenario, soportando el peso de los papeles protagonistas y del éxito.