Se trasladó a la Ciudad de México para dirigir a los miembros jóvenes de la congregación jesuita.
Dominó el francés, latín, italiano, español, alemán y náhuatl.
Se interesó en la etnografía del pueblo tarahumara o rarámuri y fue misionero entre ellos.
[1] Por su interés en las culturas prehispánicas, se relacionó con Francisco del Paso y Troncoso, Joaquín García Icazbalceta y Alfredo Chavero.
Residiendo en Roma, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.