Apellido

En particular, los habitantes de Tíbet y Java a menudo no utilizan apellido.

En España, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros inició en 1505 el sistema de fijar apellidos que continúa hasta hoy; antes, hermanos nacidos del mismo padre y la misma madre podían tener apellidos diferentes.

Esta costumbre de consignar primero el apellido materno y luego el paterno se da tanto en Portugal como en Brasil y Filipinas, aunque es el segundo apellido o paterno el que se hereda.

Por ejemplo, la legislación española actual limita a dos el número de nombres simples en el registro y el inscrito ha de tener como primer y segundo apellido los que tengan como primeros sus respectivos progenitores en el orden que decidan los padres, siendo lo más habitual que se opte por el primer apellido del padre y después el de la madre, según venía siendo la norma desde hacía más de un siglo en España.

Adicionalmente, la legislación española permite unir dos apellidos para formar uno compuesto, práctica común cuando el segundo apellido (el que proviene de la madre) no es corriente y no se desea perder.

También se ha señalado a la terminación germánica -iks presente en nombres góticos como un posible origen.

Sin embargo, algunos apellidos patronímicos no se transformaron y simplemente existen como el nombre que los originó, y que, en algunos casos, ha caído en desuso (como pueden ser, entre otros, Alonso, Jaime, Bernabé, Bernal, García, Juan, Martín, Vicente o Simón).

En catalán el equivalente es "Deulofeu" (lit., Dios lo hizo) o "Trobat" (lit., "encontrado"), en Navarra "Goñi" "del rey", y en otros lugares, también quizás "Tornero" -del torno de la Inclusa.

En síntesis, muchos apellidos descritos son de una indiscutible o innegable inspiración (connotación, alusión) cristiana, pero como hacen referencia a un vocablo mesiánico y un símbolo mesiánico o cristiano que nunca fueron aceptados por la mayor parte de los judíos, aunque sí es plausible concluir que las palabras que dan surgimiento a los apellidos nombrados pertenecen a familias conversas que los adoptaron como propios o suyos.

Los apellidos castellanizados son aquellos que no tienen origen hispano, pero que con la influencia del castellano fueron transformándose con una grafía o gramaticalmente a lo más parecido en la fonética española; lo más común es debido a la presencia de algún individuo de un linaje extranjero radicado en España o en Hispanoamérica.

Al igual que la toponimia, los apellidos catalanes y, especialmente, los gallegos han sido en gran parte castellanizados debido a la similitud de las lenguas.

A veces con acierto en la traducción: Branco > Blanco, y otras con graves errores etimológicos: Freixeiro (fresneda, lugar poblado de fresno) > Freijeiro.

Así, lógicamente, muchos apellidos judíos se volvieron gentiles —por ejemplo Calderón, Pereira, Espinoza, Leyva, Méndez, Pérez, Franco, Toledano, etc.—, y los judíos también buscaron pasar inadvertidos en Europa, puesto que habían sufrido varias veces la ira de los inquisidores, sobre todo en el siglo XIV, cuando fueron culpados de la peste negra, entre otros males.

El fin del Santo Oficio era perseguir a los cristianos nuevos que presuntamente seguían practicando su antigua fe.

Mapa de España que muestra el apellido más común en cada provincia.
Mapa de España con el porcentaje de población nacida en cada provincia que corresponde a los 10 apellidos más corrientes en la provincia. Fuente: INE 2006.
Pogromo contra los judíos en Fráncfort el 22 de agosto de 1614. Uno de los mitos genealógicos más extendidos es la creencia de que los judíos tenían un tipo de apellido concreto.