Está pintado al óleo sobre tabla (madera de álamo) que mide 153 cm.
Su aspecto aéreo está acompañado por cuatro querubines y la paloma del Espíritu Santo, que ocupa el punto más brillante de la composición.
La composición triangular, que converge al ángel y la Virgen hacia el Espíritu Santo, representada por la paloma, comunica de inmediato la intervención salvadora del Altísimo, que asume la naturaleza humana en sí misma.
Las brillantes y densas nubes que rodean al ángel ocultan los muebles y realzan el brillo celestial de la apariencia del Arcángel Gabriel.
El Arcángel Gabriel viste lirios florecientes, un símbolo de pureza, y, señalando a la paloma blanca, que domina la escena, subraya la voluntad divina de la Anunciación, que es recibida suavemente por la Virgen María, un modelo de fe.