Con la llegada de este nuevo marqués, se instauró la Casa de Heredia en las posesiones de los Rocamora tras su extinción, pero la mala salud del joven marqués, que desde niño padecía varias enfermedades truncó esta posibilidad con su fallecimiento, ya que además era el único varón de la Casa de Heredia con derechos sucesorios sobre el marquesado de Rafal y sus posesiones.
En 1755, el joven marqués obtuvo el condado de Granja de Rocamora por sentencia a su favor en pleito ganado, por ser a sus antepasados a quien pertenecía el condado antes de caer en posesión de los Jesuitas, que lo mantuvieron casi un siglo.
Fue el IV conde de este feudo.
Es muy probable que la causa del mal estado de salud del joven Antonio se hubiese debido a los sucesivos enlaces consanguíneos practicados por la Casa de Rocamora.
La corta edad con la que falleció el marqués Antonio de Heredia y Rocamora no le permitió desposarse y murió sin descendencia.