Antonio de Figueroa y Silva

Entre ellas se cuenta la iglesia de Santa Ana en el barrio del mismo nombre.Hubo, como consecuencia de ella, numerosos muertos tanto en el campo como en las ciudades.[1]​ El obispo Juan Ignacio de Castorena y Ursúa y Goyeneche envió al rey un reporte encomioso del gobernante, lo cual le valió a éste que fuera ascendido militarmente a Mariscal de Campo.Fortificó también la villa de Bacalar que se encontraba virtualmente deshabitada desde hacía algún tiempo.Esta fuerza desembarcó en la Bahía de la Ascensión internándose hacia el noroeste de la península, amagando y saqueando muchos pueblos a su paso, como Chunhuhub y Tihosuco.
Lápida de Antonio de Figueroa y Silva.