Su trabajo se caracterizaba por una crítica mordaz de la clase política eclesiástica y empresarial mexicana.
Continuó este trabajo en La Jornada —donde publicó hasta su muerte— con Carlos Payán, y también en Siempre!.
No es un lugar común afirmar que es una pérdida irreparable; deja un vacío imposible de llenar: no solo era un buen ciudadano, sino un hombre creativo y leal a las causas justas.
He visto mucho un cuestionamiento hacia mí o a otros colegas con la misma línea de que ya no criticamos al poder.
Yo milito con mis ideas, jamás he militado en un partido, mucho menos en Morena, no soy incondicional de nadie, de ninguna fuerza política, simpatizo con López Obrador, lo digo abiertamente, pero eso no quiere decir que milite para él, que apruebe todo lo que haga o sea un incondicional.