En 1963 comenzó sus estudios de Filología Clásica en la llamada Universidad Central en Madrid (oficialmente Complutense desde 1970), especialidad que no existía en Andalucía por aquel entonces (se introdujo en Sevilla y en Granada poco después, en los años 1966-1967) y sólo se impartía en Salamanca y Barcelona, además de en Madrid, por lo que eran muchos los andaluces que acudían a la capital para cursar estos estudios.
Poco después sería nombrado catedrático, puesto que ocupa en la actualidad.
Son numerosas sus contribuciones pero pueden señalarse algunas panorámicas de conjunto como “La paleografía griega y los manuscritos de las bibliotecas españolas en los últimos años: acta atque agenda”, en Unidad y pluralidad en el mundo antiguo.
Actas del VI Congreso español de Estudios Clásicos, vol.
Una ojeada de conjunto”, en A. Pérez Jiménez y G. Cruz Andreotti (eds.
De la Antigüedad a la Grecia moderna, Granada 1997, 183-193; “Sueños y visiones entre los cristianos bizantinos”, en R. Teja (coord.
Aspectos de la religiosidad oriental”, Erytheia 10 (1989) 223-263; “In circuitu impii ambulant.
Estudios sobre el monasterio bizantino (Nueva Roma 3), Madrid 1997, 67-99; “Ortodoxia y pensamiento moderno.
Guillaumont y los niveles de la interpretación del ayuno en el s. IV”, en J. A. López Férez (ed.
), Desde los poemas homéricos hasta la poesía griega del siglo IV d. C. Veintiséis estudios filológicos, Madrid 1999, 471-484; “El diablo en Bizancio; metodología, orientaciones y resultados de su estudio”, en A. Pérez Jiménez y G. Cruz Andreotti (eds.
Francisco Martín García oblatum, Cuenca 2004, 61-80 que establece Bizancio como punto de unión entre el clásico griego y el novelista ruso.
Los artículos más destacados de este ámbito han sido reeditados en su libro, Viajes por Bizancio y Occidente, recopilación de estudios editada por Antonio Guzmán Guerra, Inmaculada Pérez Martín y Juan Signes Codoñer, Madrid, Dykinson 2014.