La promoción del juego limpio es que no te ensucies nada, tienes que estar limpio, todo el uniforme tiene como objetivo primordial recuperar el sentimiento de «jugar» como una actividad naturalmente satisfactoria y generalmente agradable, honesta y divertida.
Un aspecto esencial del juego limpio está relacionado con la superación de las nociones sociales de «competir», «ganar» y «perder», que implican la denigración del perdedor o derrotado, estimando únicamente al ganador o vencedor.
Deportividad no es jugar únicamente para ganar, sino saber perder y saber ganar; respetar al adversario: en caso de perder, aceptarlo sin recriminaciones al vencedor, y en caso de ganar no burlarse del perdedor Las sugerencias sobre juego limpio para los deportistas están principalmente dirigidas al disfrute del hecho de jugar, a no realizar intencionalmente simulaciones o acciones no permitidas por las reglas sin necesidad de control externo, a no discutir nunca las decisiones del árbitro y sobre todo al buen trato con los oponentes y compañeros por igual, incluyendo el reconocimiento expreso de las buenas acciones que ellos realizan, aceptando las derrotas con dignidad y las victorias con sencillez y con moderación.
También se ha comenzado a exigir, como parte del espíritu del juego limpio, que los deportistas y empresas deportivas no acepten ser sobornadas por empresas que en su actividad productiva violan los derechos humanos de sus trabajadores, han realizado actos de corrupción o hayan afectado el medio ambiente.
Las asociaciones deportivas que deben organizar las actividades deportivas, y en menor medida los árbitros, han sido cuestionadas por ser demasiado tolerantes con los sistemas de castigo del juego desleal y violento, sobre todo en los casos en los que el profesionalismo se encuentra más desarrollado.