El concepto fue descrito por Sigmund Freud por primera vez en 1908 en el texto Sobre las teorías sexuales infantiles, aunque había sido previamente referido ambiguamente en 1900 en La interpretación de los sueños como amenaza de castración.Pero la diferencia anatómica entre los sexos es una realidad objetiva y contradice constantemente ese supuesto.Sin embargo, al menos por un tiempo las racionalizaciones de los niños les hacen creer que la diferencia se debe a que "es más pequeño y no se ve" o "ya crecerá".Este temor objetivado implica para el varón la salida del complejo de Edipo, y un menosprecio que perdurará hacia la criatura castrada.Se sabe ahora castrada, el tiempo le ha desvelado que no tiene falo y que nunca crecerá, y culpa de ello a su madre, pues es quien la ha "fabricado mal".