Sus padres Keld y Vivi jugaban en las selecciones nacionales danesas de balonmano, por lo que Anja había entrado en contacto con el deporte desde muy temprana edad.
Incluso jugando, Anja Andersen se ganó la reputación de ser la enfant terrible del balonmano danés.
Estos años formativos sentaron una base sólida para su éxito futuro, permitiéndole convertirse en una de las figuras destacadas en la historia del balonmano.
[2] La participación temprana en el balonmano permitió a Andersen desarrollar habilidades físicas críticas como agilidad, velocidad y coordinación.
La exposición temprana a entornos competitivos es vital para desarrollar las habilidades físicas y estratégicas necesarias para un rendimiento de élite.
El balonmano requiere que los jugadores tomen decisiones rápidas y adapten sus estrategias según el flujo del juego.
Los logros tempranos proporcionaron motivación y reforzaron su creencia en sus capacidades, contribuyendo a su impulso hacia el éxito.
La orientación de entrenadores experimentados durante sus años formativos fue crucial para perfeccionar sus técnicas y comprensión del juego.
[2] La mentoría que recibió le proporcionó las herramientas y el conocimiento necesarios para sobresalir en niveles superiores de competición.
Muy influenciada por el baloncesto y, en particular, por los Harlem Globetrotters, inventó un estilo de juego dirigido a la audiencia más que al equipo contrario.
Los partidos del "equipo de ensueño" fueron un éxito, pero se detuvieron cuando Andersen ya no pudo jugar activamente.
La forma en que se llevó a cabo este cambio le valió muchas críticas.
En la ronda principal de la Champions League 2008, Slagelse apareció con un equipo B y ya no era competitivo.