[2] Los tártaros de la región no deseaban la independencia y estaban emocionalmente ligados al Imperio otomano.
Sin embargo, los otomanos ignoraron la solicitud al no querer violar ninguno de los acuerdos alcanzados con Rusia.
Ahmed Resmî Efendi, diplomático de renombre que había colaborado en la redacción del acuerdo, se negó a ayudar al kanato, dado que no quería dar pie a otra desastrosa con Rusia.
[5] Cuando estas noticias llegaron a sus oídos, el sultán otomano Abdul Hamid I apuntó: «Şahin Giray es un instrumento.
[6] Los crimeanos mostraron desprecio ante estas reformas, cuyo objetivo consistía en romper con el antiguo orden otomano.
Este envió el ejército que había reclutado para sofocar la rebelión, pero sus fuerzas sufrieron una derrota.
La revuelta se extendió entonces por toda la península y las fuerzas rebeldes avanzaron hasta su palacio de Bajchisarái.
En medio de este tumulto, los crimeanos exiliados en Constantinopla presionaron al Gobierno otomano para que tomase cartas en el asunto.
Se vio envuelta en una pequeña escaramuza con la marina rusa en las costas de Akitar —Sebastopol en la actualidad—, pero tuvo que huir.
El reasentamiento dañó la economía crimeana y debilitó aún más la posición del kan.
[8] En 1781, estalló una nueva revolución, avivada por la continua marginalidad a la que se veían abocados los tártaros en territorio del Kanato.
Los oficiales religiosos —ulema— y legales —kadi—, importantes en el antiguo orden otomano, expresaron abiertamente su antipatía hacia Şahin.
Los líderes rebeldes eligieron kan a su hermano, Bahadir Giray, y enviaron un mensaje al Gobierno otomano demandando que este los reconociera.
Los invasores rusos apenas si encontraron oposición y muchos rebeldes se retiraron hacia el estrecho.
Se eligió la ciudad de Akitar para acogerlo y este albergaría la recién creada Flota del Mar Negro.
Habiendo regresado de allí poco tiempo atrás, le comentó que muchos crimeanos deseaban someterse bajo mandato ruso.