Se distancia de su entorno social, buscando refugio en la naturaleza que descubrió en la niñez con su amigo el pintor Enrique Renteria (1900 – 1982).Juntos recorrían los montes que rodean Amorebieta, aprendiendo arte y adquiriendo sensibilidad en contacto con esos bucólicos paisajes.Sin pretenderlo, se convierte en pionero del montañismo vasco y por añadidura español, cuando en su historial quedan todavía muchas páginas en blanco.Para entrar en ese Olimpo del montañismo tuvo que soportar una angustiosa prueba de supervivencia.Ya se había subido en solitario, pero no existe constancia de que alguien lo lograse antes sin utilizar cuerda.Desde allí sube a la montaña sagrada del Sinaí y al Yebel Khaterin, techo de Arabia.Andrés resume así su experiencia en el desierto: “Nueve días y medio casi sin parar de caminar.Espinosa, hombre reservado y modesto, alcanza entonces cotas de popularidad que ningún deportista actual podría soñar.En 1932 Espinosa cruza en tren la península ibérica camino del Marruecos español y francés, sin saber que se trata de su última aventura.En este viaje, el menos conocido de cuantos realizó, escribe un diario, ilustrado con dibujos, donde va anotando las impresiones que le inspiran ciudades y gentes.Durante el recorrido visita Ceuta, Tetuán, Tánger, Larache, Meknes, Fez, Rabat, Casablanca, Marrakech…Siendo su principal objetivo la cordillera del Atlas, desde Marrakech entra en territorio berebere.Posee por tanto esa destacada cualidad de persona ilustrada que caracteriza a los grandes aventureros.Una parte esencial de su obra, los cuadernos manuscritos que narran e ilustran su último viaje, permanecen en la actualidad inéditos.Viajaba con frecuencia a Madrid, donde tenía buenos amigos, dando conferencias por encargo de Peñalara y del Club Alpino Español.La prensa madrileña se hizo amplio eco de sus hazañas e incluso semanarios como “Estampa”, le dedicaron extensos reportajes.Aunque no deja de ir al monte, se convierte por propia iniciativa en ciudadano anónimo, rechazando cualquier homenaje o reaparición pública.Dotado de profundos sentimientos religiosos, hace extensivos sus valores éticos a la naturaleza, concibiendo un dios panteísta que le convierte en profeta del ecologismo.