En 1992, tras la disolución de la Unión Soviética, Chubáis fue nombrado vice primer ministro y se puso a su cargo un programa para privatizar la industria y el comercio.
[1] Cada ciudadano ruso recibió un "comprobante de privatización", que podía ser invertido, vendido o intercambiado.
Dada la magnitud de la tarea, en su opinión Chubáis "lo hizo muy bien".
[1] Sin embargo, en la práctica, los comprobantes resultaron ser inútiles, y la percepción de los rusos sobre la privatización fue bastante negativa.
[1] El malestar causado por la privatización casi destruye a Chubáis: después del revés que significaron para el gobierno las elecciones parlamentarias de 1995, Yeltsin lo despidió.