Anacarsis no estuvo de acuerdo y le reprochó la ingenuidad de creer que sus leyes iban a contener las injusticias y frenar la codicia de los ciudadanos, para lo cual comparó las leyes a meras telas de araña, que rompe cuando quiere el fuerte, poderoso o rico como un pájaro o un insecto fuerte, mientras que sufren los débiles como mosquitos su rigor.
También se conservan de él algunas máximas sobre ética: Parece haber sido un ingenioso inventor, no despreciador de las artes mecánicas como otros griegos; se le atribuyen la invención del fuelle, el torno de alfarero[1] y la mejora del ancla.
Anacarsis se hizo famoso también como personaje literario.
Ya lo usó como tal Luciano de Samósata en su diálogo Escita.
La novela Viaje a Grecia del joven Anacarsis a mediados del siglo cuarto antes de la era vulgar fue escrita de 1788 a 1790 por Jean-Jacques Barthélemy (1716-1795), conocido como el Abad Barthélemy (Abbé Barthélemy).