Ana de Quesada y Loynaz

La Cámara no accedió a esta petición y Céspedes se retiró a la Hacienda San Lorenzo, donde como es sabido encontró la muerte, en doloroso episodio.[1]​[2]​ Su salida de Cuba, acompañada del poeta mártir Juan Clemente Zenea, su alumbramiento en tierra extranjera del hijo póstumo del esclarecido patriota, Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, fueron grandes sufrimientos que sólo un alma espartana como la de aquella alta mujer podría resistir.[1]​ Después de tan azarosos momentos se dio por entero a un solo pensamiento: preparar a su hijo Carlos para servir a la Patria, cuando comenzara de nuevo la guerra para lograr la redención de Cuba.Lo envió a los Andes, allá por donde su hermano Rafael poseía una hermosa hacienda, para que el joven en contacto con la Naturaleza, se pusiera en condiciones para afrontar los peligros de la futura revolución.Y la matrona ejemplar acompañó al hijo amado, al fruto de sus entrañas, para venir ella también a ayudar a combatir por la libertad de la tierra amada donde había visto la primera luz.