Ana Petrovna Románova

Esta percibida ilegitimidad provocaría más tarde que varios proyectos de alianzas matrimoniales fueran rechazados.

A los pocos meses, en enero de 1725, Pedro el Grande cayó mortalmente enfermo.

Según una historia, en su lecho de muerte, logró decir las palabras: “Den todo...”, pero no pudo concluir lo que estaba diciendo y dictarle a Ana su última voluntad.

La muerte de Catalina I en 1727 volvió su posición precaria y que el poder cambiara a Aleksandr Ménshikov, quién aspiraba casar al joven emperador, Pedro II, con su propia hija.

Es también bien conocido que Ana era afectuosa con los niños y cuidó de su sobrino Pedro Alejandrovich, el futuro emperador Pedro II, que permaneció en la sombra durante el reinado de Catalina I.

Ana Petrovna. Retrato de Iván Nikítich Nikitin, c. 1716
Ana y su hermana, la emperatriz Isabel, en 1717.