Él es la personificación del mal absoluto, y al parecer, el arquetipo original en el que se basaron los seres humanos para crear las figuras de Lucifer, Angra Mainyu, Tifón, Iblís o Shaitán, Set, y otras representaciones de la maldad humana.
En aquellas ocasiones en que se ha manifestado en mitad del espacio, solo su torso, brazos y cabeza aparecen a cuadro.
El Amo de las Tinieblas está compuesto completamente por llamas vivientes, pero a pesar de eso, el fuego que lo conforma adopta una forma característica.
Su rostro anaranjado, la única parte aparentemente sólida de su cuerpo ardiente, muestra una frente amplia, una nariz chata y aplastada como la de un murciélago, un mentón muy amplio, cejas muy arqueadas, ojos rojos incandescentes, colmillos de serpiente en su boca (los cuatro caninos) y una lengua bifurcada.
Al igual que sucede en el caso de los ya mencionados Lucifer o Shaitán, la verdadera guerra del señor de la maldad es contra los seres humanos (y humanoides) del universo.