Los cultivos más frecuentes son los cereales (el trigo y la cebada), pero todavía existen alguna viña —en particular una que produce vino ecológico identificado por el nombre antiguo de la comarca, Comalats—, así como almendros y olivos, junto a algunos bosques.
Destacan en Ametlla tres edificios: la torre cilíndrica del viejo castillo, la iglesia y Cal Perelló.
La iglesia es una muestra del románico rural de la Cataluña interior, sencillo y rústico, construida en el siglo XII.
El resto se construirá, básicamente, durante la segunda mitad del siglo XIX.
La familia más importante durante los siglos XVII, XVIII, XIX y la primera mitad del XX fue la propietaria de Cal Perelló.
La fuerte emigración que se padeció en Ametlla ha tenido un resultado contradictorio: por un lado, se pueden contar con los dedos de una mano las casas abiertas todo el año, pero, por otro, los hijos y nietos de los antiguos ciudadanos han recuperado las casas, las han rehabilitado con esmero y las han transformado en segundas residencias.
Cal Perelló es una casa rural abierta al turismo y Ametlla comienza el siglo XXI con una fuerza y un vigor que no se podían prever medio siglo atrás.