Durante mucho tiempo se la consideró la única especie del género Amaryllis, hasta que la botánica Dierdre Snijman describió en 1998 a A. paradisicola.
La floración se produce normalmente en los meses de invierno y las flores surgen en el extremo de largos tallos, ofreciendo un amplio espectro cromático que va desde el blanco al naranja pasando por el rosa y el rojo.
Para que esto no suceda pueden cubrirse aquellas zonas en donde se encuentren las yemas con paja.
En los primeros días de cultivo basta con mantener el sustrato húmedo, pero paulatinamente los riegos deberán ir aumentando en cantidad y frecuencia según vaya creciendo la planta.
Lo mejor nada más plantar una amaryllis es colocar la maceta en un lugar sombrío y, más adelante, cuando aparezcan los capullos, trasladarla a una zona luminosa y soleada para que pueda recibir los rayos del sol.