Alonso Guerrero Pérez

En los años noventa coinciden dos circunstancias en su vida: en el terreno profesional además de su labor como profesor de instituto, se dedica a escribir, pero las publicaciones vienen despacio.

Después de esa época se aceleraron sus publicaciones con: El hombre abreviado y El durmiente (1998), Fin del milenio en Madrid (1999), De la indigencia a la literatura y El edén de los autómatas (2004), Doce semanas del siglo XX (2007), y Un palco sobre la nada (2012).

Escritor de amplísimas lecturas, se han señalado como evidentes influencias las de Larra, Stevenson, Henrik Ibsen, Herbert Wells, Franz Kafka, Malcolm Lowry, Luis Landero, Vila Matas, Florián Recio, Francisco Umbral, o Camba.

Guerrero trabaja en Alcalá de Henares y vivió en Guadalajara, todo en la línea del tren que sufrió el atentado.

[11]​ Se ha señalado la defensa de la vuelta al hombre natural, con propia voz.