Mejía pasó la prueba y fue elegido para personificar al adolescente Pedro en Los olvidados, estrenada en 1950, marcando así su debut como actor infantil.
[1] Continuando su filmografía durante el transcurso de la Época de Oro del cine mexicano, prosiguió trabajando como artista juvenil con títulos como La bienamada (1951) y Mi esposa y la otra (1952), además de conseguir dos nominaciones a un Premio Ariel por las cintas; Padre nuestro (1953), y El túnel 6 (1955).
El cine de oro finalizó en 1956, pero no abandonó el cine debido al éxito que ya había alcanzado, por lo que en los sesenta intervino en proyectos como Quinceañera (1960) con Martha Mijares, Teresa Velázquez y Maricruz Olivier, Mañana serán hombres (1961), Juventud sin Dios (1962) y Por mis pistolas (1968) con Mario Moreno Cantinflas.
Su última aparición en cine fue en la película Rubí (1970), con Irán Eory, después de filmarla decide retirarse, para atender a su familia.
[2] Se casó con Carmelita, una antigua admiradora con quien intercambiaba correspondencia y de quien se enamoró, según sus propias palabras por su bella caligrafía,[3] se retiró del cine y al lado de su pareja, hijos y nietos radicó en la ciudad de Chihuahua, México; teniendo pocas apariciones públicas, pero siendo constantemente recordado con la proyección de la cinta que lo imortalizó: Los Olvidados.