Alfonso Junco

Estudió en Monterrey y desde niño, en 1906, escribió en El Pasatiempo.Viajó mucho, significándose sus prolongadas estancias en Europa, particularmente en España.Alfonso Junco fue uno de los más acérrimos defensores del franquismo y, a la postre, partidario no sólo de la cruzada del general Franco en contra del bando republicano,[2]​ sino de la decisión, que al término del conflicto adoptaría, de mandar a la otra España al exilio.En un discurso de 1942, Junco denominó a su perspectiva como «hispanismo católico» (ver: tradicionalismo político (España)) y lo considera como una mejor forma de indigenismo, dado que en este se reafirman y agrupan tanto la identidad amerindia como la española, componiendo la identidad hispánica.[cita requerida] De sus obras en verso pueden citarse: De sus obras en prosa, pueden citarse: Motivos mejicanos (1933); Asimismo: Egregios (1944); El milagro de las rosas (1945); España en carne viva (1946); El gran teatro del mundo (1947); Un poeta en casa (1950); Los ojos viajeros (1951); El amor de Sor Juana (1951); Novedades en la Academia (1953); Sotanas de Méjico (1955); Cuestiúnculas gongorinas (1955); Controversia con don Antonio Caso (1966); Méjico y los refugiados (1959); Othón en el recuerdo (1959); El increíble fray Servando (1959); La viril castidad (1960); La Inquisición.