Posteriormente se construyeron hornos dentro de la muralla (como delatan las excavaciones realizadas en las calles de Les Eres, Forn d’en Guasch, Margonell y carrer Nou, o en extramuros, en el camino de sant Miquel).
[3] A partir de finales del siglo xiii se documentan los primeros cantareros (la familia Guasch), y ya a principios del siglo xvi Miquel Borrel, como maestro cantarero.
Otros apellidos registrados fueron los Orobitg, Porta, Duxins, Stalella, etc.
[a] La cocción se hacía en hornos de piedra esféricos alimentados con leña de olivo, cuya pequeña portilla de acceso para introducir y extraer las piezas, facilitaba la llama reductora durante las 36 horas que duraba el proceso, dando a la producción su tradicional aspecto ennegrecido.
[1] Además de la producción tradicional de orzas, juguetes y macetas, destaca el emblemático “silló” o cántaro negro, y los botijos (“cantirs”), piezas habituales en los museos dedicados a la alfarería.