Su festividad es el 17 de febrero, al mismo tiempo que sus otros compañeros, canonizados juntos «como un solo hombre» por León XIII.
Alejo creció en una atmósfera piadosa, cultivando la humildad y la caridad.
Nunca quiso ser ordenado sacerdote, no se sentía digno de esa función y prefirió permanecer como hermano lego, ocupándose de mendigar la subsistencia de sus hermanos.
Fue el director espiritual de su sobrina Juliana Falconieri, quién fue canonizada en 1737.
Son patrones de los que hacen proyectos juntos.