[2] Cuando Alda era joven, sus padres arreglaron su matrimonio, a lo que ella consintió con reticencia; sin embargo, amó a su marido, que falleció joven y la dejó sin hijos.
A esto, ella permaneció célibe y se dedicó a la oración, además de deshacerse de todas sus pertenencias.
Se unió a los Humiliati, una orden italiana de mujeres que trabajaban con los pobres y los enfermos.
[4] Existen pruebas de que usaba un cilicio como penitencia por sus recuerdos eróticos sobre su marido, además de «penitencias corporales más extremas» para resistir la tentación.
[1] Dentro de la Iglesia católica, se considera que es una santa por sus obras de caridad, no por sus trances, lo cual se demuestra en que supo perdonar a un grupo de personas que le causó un dolor intenso mientras estaba en un arrebato místico.