Por tanto, las historias de todos ellos suelen estar entrelazadas y son confundidas con frecuencia.
Una de esas divinidades, conocida como el Caballero Tracio, se había enfrentado al mal, representado como un jabalí, y por ello se podría relacionar con el Alcón Aresida que había participado en la Cacería del Jabalí de Calidón.
Se conocen varias razones por las que decidió atacar este lugar.
En primer lugar, Hipocoonte y sus hijos habían mantenido una alianza con Neleo durante la guerra contra Pilos.
En segundo lugar, cuando Heracles buscaba desesperadamente la purificación tras haber asesinado a Ífito, ellos se la denegaron.
Este después de dar muerte a Hipocoonte y a sus hijos y sometida la ciudad, restableció a Tindáreo y le entregó el reino[3]Alcón, hijo de Erecteo, rey de Atenas, fue un gran arquero, del que se decía que nunca erraba el blanco.
A este le seguirás tú, Falero, que llevas las armas gravadas con tu fortuna, pues una serpiente, deslizándose del frondoso árbol, de pequeño te rodea tres o cuatro veces con su cuerpo rojizo: el padre desde lejos tensa angustiado el arco inseguro[4] Gracias a esto, Falero fue enviado con los Argonautas, y allí destacó por haber heredado la habilidad con el arco de su padre.