Él es el autor del conocido tópico "enanos a hombros de gigantes", que sirve para expresar la deuda de los modernos respecto a los antiguos.
Como poeta creía que os mitos paganos reformulaban historias bíblicas anteriores y que Teología, Filosofía y Poesía eran una sola y la misma cosa, en lo que coincidía con Giovanni del Virgilio y Alain de Lille, pero estas ideas lo llevaron a una larga polémica con el dominico Giovannino de Mantua, para quien la poesía podría ser todo eso menos Teología; según él Dios no dio a los hombres la poesía, sino que estos la inventaron como inventaron otros saberes humanos.
Lo más interesante son sus epístolas, cartas en verso a sus amigos que en su mayor parte tratan temas autobiográficos y sucesos políticos contemporáneos.
Es posible que Francesco Petrarca, cuando formó su De remediis utriusque fortunae, pensase en su Contra casus fortuitos.
En 1528, habiendo pasado Padua a manos de Marsilio de Carrara, se instaló en Chioggia y allí murió tras un rápido viaje a su ciudad natal.