Ala Pávlova

Entremedias había vuelto a refugiarse en el lied, componiendo piezas como Miss me... but let me go, que revisó a comienzos de septiembre de 2001.

A la Elegía siguió su primera gran obra sinfónica, la Sinfonía n.º 2 para el nuevo milenio (1998), la obra más ambiciosa emprendida por Pávlova hasta entonces, y que antes de ser revisada cuatro años después fue llevada al disco por Vladímir Fedoséyev (que en lo sucesivo se convertiría en uno de sus principales embajadores, estrenando y grabando también su Cuarta Sinfonía), en un registro que supuso el asentamiento de la reputación de Pávlova en suelo ruso.

En 2000, sella este cambio de orientación con la monumental Sinfonía n.º 3; la obra, inspirada en un monumento neoyorquino a Juana de Arco, se caracteriza por su intenso alcance expresivo y es considerada su obra maestra.

A esta Sinfonía siguió en 2002 una cuarta más concisa así como una segunda obra concertante, un Monólogo con violín solista en el que recurría una vez más a una orquesta de cuerdas por guarnición.

Su última composición hasta la fecha es una Quinta Sinfonía compuesta este mismo año y que está pendiente de estreno.