En algunos casos tras ser restauradas se conservan como elementos meramente decorativos.
Donde la orografía lo permite, los recursos hidráulicos naturales se pueden aprovechar para alimentar las aguadas usando la propia presión del agua para facilitar la labor.
[3] No sucede lo mismo en las llanuras donde es necesario habilitar depósitos.
En algunos casos también se utilizan pozos para obtener el agua.
[2] De lo contrario su acumulación puede generar un calentamiento del metal o la corrosión del mismo hasta tal punto que la caldera podría incluso romperse.