Adolfo Alfonso

A los catorce años ya cantaba los tangos de moda y, como él mismo asegura “parece que no lo hacía mal, porque la gente me aplaudía”.

A los dieciséis, sin embargo, cambió radicalmente de género musical cuando escuchó una controversia entre Angelito Valiente[1]​ y el Indio Naborí.

Conocía algunas personas que ya estaban vinculadas a algunas emisoras y ellas me ayudaron.

Desde la primera presentación tuve aceptación y me quedé trabajando en un programa encaminado a complacer las peticiones de los oyentes y que dirigía Antonio Camino, un repentista integrante del bando azul”.

“Tuve la oportunidad de trabajar en varias emisoras, incluso, en distintos programas a la vez”.

Inicialmente empezó a cantar tangos pero descubrió que su verdadera vocación estaba relacionada con la décima, la guajira y el son montuno.

Por su meritoria labor ha recibido varias condecoraciones, entre ellas la medalla Antero Regalado, otorgada por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, y la Raúl Gómez García.

Pero él mismo afirma que todo cuanto ha logrado en este género de la música cubana se lo debe a su pareja artística y entrañable amigo Justo Vega.

Estábamos cantando serio y en cuanto surgía cualquier palabra que tuviera algo de broma, o que solamente la insinuara, él cambiaba el carácter por completo y se disgustaba realmente.

No obstante, en algunas ocasiones he hecho pareja para la televisión con el decimista Emiliano Sardiñas, que tiene también gran talento.

No siento con este poeta aquella afinidad tan grande como la que sentía por Justo.